domingo, enero 16, 2005

La Formación de los glóbulos rojos

La formación continuada de eritrocitos o glóbulos rojos se denomina eritropoyesis. Esta constituye un sistema de renovación continua, es decir que sus elementos celulares poseen vida media limitada por lo cual deben ser reemplazados en forma periódica. A la misma categoría pertenecen las células de la piel, las del tracto gastrointestinal y las testiculares. Por el contrario, existen células que no son reemplazadas una vez que ha finalizado el crecimiento del órgano al que pertenecen (por ejemplo, las del sistema nervioso y de los músculos cardíaco y esquelético), o bien sólo lo son luego de alguna lesión (como sucede con las del tejido conectivo, del hígado o del riñón).
En condiciones normales la producción de eritrocitos constituye una magnitud constante: alrededor de 30 ml por kilogramo de peso corporal. Los eritrocitos viven, en el ser humano, 120 días. Este hecho determina la necesidad de un reemplazo inmediato para impedir que se modifique el volumen de eritrocitos circulantes. Alrededor de 20 ml de eritrocitos desaparecen por día de la circulación y, por tanto, idéntica cantidad debe ser producida por el organismo en el mismo lapso. El proceso de eritropoyesis en el ser humano demora entre 5 y 6 días, y ocurre en la médula ósea del esternón, de los huesos largos y de las costillas.
La pérdida accidental de eritrocitos -como es el caso de una hemorragia-, aumenta notablemente la magnitud de la eritropoyesis hasta restablecer el volumen globular perdido. Si, por el contrario, mediante transfusiones de sangre se aumenta el volumen de eritrocitos, la eritropoyesis cesa hasta que la muerte por senescencia posibilita el restablecimiento de los valores celulares normales. Todo ello prueba que la eritropoyesis es controlada por importantes y sensibles mecanismos que operan incrementando la producción cuando disminuye el número de eritrocitos o reduciendo la formación de éstos cuando dicho número aumenta.
La formación de eritrocitos es controlada por una hormona denominada eritropoyetina (Epo). La misma estimula la proliferación y diferenciación de células progenitoras, hecho que determina la aparición de eritrocitos circulantes. La principal función de los eritrocitos es el transporte de gases entre los pulmones y los tejidos, y por tanto la oxigenación tisular está íntimamente relacionada con la producción de eritrocitos a través de la síntesis de Epo. Mediante mecanismos no totalmente conocidos, la disminución de oxígeno tisular estimula la producción de Epo, mientras que el exceso de oferta inhibe la síntesis de la hormona.
Estudios realizados por J. Caro y A. Erslev en la Universidad Thomas Jefferson de los Estados Unidos y en nuestro laboratorio de la cátedra de Fisiología de la Facultad de Odontología (UBA) apoyan la hipótesis de que las células de los túbulos proximales del riñón desempeñan alguna función en la síntesis y/o liberación de Epo. También se han descrito sitios extrarrenales que producirían Epo (por ejemplo, el hígado) aunque no parecen importantes en condiciones de salud.
En los últimos años los avances logrados en el estudio de la Epo han sido tales que el uso clínico de la hormona En los últimos años los avances logrados en el estudio de la Epo han sido tales que el uso clínico de la hormona se ha vuelto una realidad, aunque su fisiología no es bien comprendida. En 1977 fue posible obtener, de la orina de pacientes severamente anémicos, Epo con elevado grado de pureza, lo cual posibilitó desarrollar una metodología para detectar los niveles plasmáticos (dosar) la Epo: el radioinmunoensayo. Mediante su aplicación es posible determinar niveles normales y subnormales de la hormona: los ensayos in vivo (bioensayos) son insensibles a estas concentraciones de Epo. Los resultados mostraron, en seres humanos normales, un amplio rango de valores, con un promedio de 14.9 mU/ml (la unidad U es un patrón que mide la cantidad de hormona presente en una muestra). El radioinmunoensayo permitió además confirmar que la mayoría de los pacientes con insuficiencia renal crónica poseen bajos niveles de Epo (anemia renal). Por otra parte, la metodología es eficaz para diferenciar distintas variedades de policitemias, es decir, el aumento del volúmen de eritrocitos circulantes. Así, los pacientes afectados por la llamada policitemia vera (patología instalada por un descontrol en la proliferación de las células progenitoras eritrocíticas) mostraron niveles de Epo cercanos a 3 mU/ml, mientras que en otros casos (policitemias secundarias) los títulos plasmáticos de la hormona se revelaron mucho más elevados.
Los primeros ensayos clínicos de Epo han sido realizados en pacientes con insuficiencia renal crónica sometidos a diálisis. La hormona utilizada, llamada Epo recombinante (rhEpo), es obtenida mediante procedimientos de ingeniería genética y ha mostrado aumentar la concentración de eritrocitos circulantes y de hemoglobina. El reemplazo del tratamiento tradicional, basado en transfusiones, induce en el paciente una mejor predisposición para la realización de actividades psicofísicas que involucran un mejoramiento de su calidad de vida: aumento de la ingesta alimenticia y de la actividad sexual, interés por la práctica de deportes.
Aunque la corrección de la anemia renal con rhEpo fue acompañada por algunos efectos secundarios, tales como aumentos en los niveles plasmáticos de urea, potasio y creatinina, hipertensión arterial y trombosis, estos efectos no guardarían relación con acciones especificas de la hormona sino que ocurrirían como consecuencia del aumento del volumen de eritrocitos circulantes.
Podemos concluir que la eritropoyesis posee un preciso mecanismo de control humoral que responde a la relación demanda/ oferta de oxígeno, y que la Epo, sintetizada principalmente en el riñón, constituye un factor de crecimiento necesario para la producción de glóbulos rojos y es eficaz para corregir la anemia renal.






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